Filogenia
Cuando se escribe una obra es de regla escribir también un prólogo(…)

A medida que enriquecía mi colección de fósiles de mamíferos pampeanos y me familiarizaba con las numerosas formas que presentan, columbraba entre ellas, las que precedieron y las sucedieron, lazos de parentesco, que se manifiestan a mi vista, en series graduadas de modificaciones que parecían obedecer a un plan preconcebido a un primer impulso que les imprimiera dirección. Esta ley evolutiva presentábaseme tan constante en sus efectos y resultados, que entreví la posibilidad de restaurar una fauna perdida conociendo tan solo un corto número de sus representantes. Un Toxodón - me decía, -nos parece anómalo porque lo conocemos aislado; pero las leyes evolutivas nos demuestran que tuvo predecesores y colaterales; determinemos estas incógnitas, y el ser misterioso que se nos presenta como un aborto de la naturaleza, representara solo un punto de la serie de los numerosos seres, sus parientes, que lo unen con lazos indestructibles al resto de la animalidad. Los animales fósiles catalogados formaban otros tantos términos conocidos que debíamos permitir determinar los desconocidos. Mis primeras ensayos diéronme resultados satisfactorios, y desde entonces propúseme perfeccionar ese sistema de clasificación paleontológica, presentándolo algún día reunido en conjunto. Esto pensaba hace 10 años. Nuevos hallazgos pusiéronme luego sobre los rastros del hombre que en nuestro suelo fue el contemporáneo del Toxodón y del Glyptodón. Seguilos con ahínco durante largos años, obligándome a emprender estudios especiales sobre la arqueología prehistórica y la geología de la pampa, hasta que publico el resultado completo de mis investigaciones sobre esta materia en una obra especial en dos volúmenes editada en París en los años 1880-1881 Al mismo tiempo que se imprimía ese trabajo, publicaba en colaboración con cl doctor Henry Gervais ensayo sobre los mamíferos fósiles de América del Sud destinado a servir como de introducción a un estudio completo de la fauna fósil mamalógica de las comarcas del Plata, que pensaba emprender a mi regreso a Buenos Aires. Pero, cuando efectué éste, a mediados de 1881, mis malas condiciones financieras dieron al traste con mis proyectos. Mi viaje a Europa y la impresión de parte de mis trabajos (los que se referían al hombre antiguo del Plata y a la geología de la pampa) , habían dejado exhausto mi bolsillo…

Reconozco la necesidad imperiosa de proceder cuan antes a bosquejar este ensayo de clasificación genealógica y voy a acometer la empresa sin disimularme las dificultades que para ello tendré que vencer, los deberes que impone, los sinsabores que quizá me reserva y la acerba critica con que sin duda será acogido por todos los que no tienen fe en el porvenir y en las innovaciones y ven detrás de cada revolución un caos, sin reflexionar que después del fuerte rugir del trueno y de la obscuridad que momentáneamente produce el encapotado cielo es cuando se muestra la bóveda celeste mas límpida y azul y el sol aparece más brillante y más hermoso. A sabios de la autoridad de Owen o Burmeister, de Milne Edwards o Gaudry es a quienes correspondería tamaño trabajo; ellos producirían una obra admirable Pero a unos las filas opuestas en que militan; y a otros el temor de un fracaso que dejara malparada la reputación científica de que justamente gozan, sin duda los retrae de tal empresa. En este sentido, nada radical debemos esperar de los maestros de la ciencia. Yo me encuentro en muy distintas condiciones.
No tengo la autoridad de un Cuvier para imponer mis convicciones, y tampoco tengo la celebridad bien merecida de un Owen o de un Darwin, para temer que un fracaso real o aparente de mi trabajo pueda menoscabar mi reputación científica, hasta ahora nula. Represento un punto de la inmensa planicie en que descollaban esos picos elevados del saber humano y me he elevado gradualmente con el nivel general de la llanura. No es para esos picos descollantes para quienes escribo: me dirijo a la llanura; y si los primeros pueden fulminar sobre mi sus anatemas, de la segunda nada tengo que temer, -de ella he salido y a ella volveré. Otra consideración más determina mi atrevimiento. No diré que estoy en buen camino , porque la falibilidad es atributo humano; pero creo estarlo; y como aun soy bastante joven, supongo que si las leyes de la naturaleza se cumplen, aun me quedan bastantes años para sostener bien alto el estandarte de las ideas que me hago apóstol y para hacerlas triunfar si son verdaderas.
Buenos Aires Diciembre de 1882



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